Recupera tu poder interior a través de la Sanación Sexual
Quiero relacionar este artículo con un acto que tiene lugar a finales de este mes, concretamente el día 25 en que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, lo que nos brinda la oportunidad de detenernos y reflexionar. Es un día que, a menudo, se asocia con estadísticas alarmantes, historias de dolor y el reconocimiento de una realidad que afecta a miles de mujeres en todo el mundo.
Como alguien que durante años trabajé con mujeres que han sido víctimas de violencia de género, he sido testigo de cómo las secuelas no solo afectan el cuerpo físico, sino también el alma, la psique y la relación de estas mujeres con su propia sexualidad. Cuando una mujer es violentada, su cuerpo se convierte en un espacio de lucha interna. Lo que debería ser un templo sagrado, un lugar de placer y expansión, se convierte muchas veces en un sitio de dolor, de incomodidad, de miedo. ¿Cómo reconquistar ese territorio? ¿Cómo volver a habitarlo con amor y confianza?
Por eso hoy quiero invitarte a explorar este tema desde otro lugar: desde la sanación, desde el empoderamiento y desde la reconexión con nuestra esencia más íntima a través de la sexualidad consciente. La sexualidad consciente y el Tantra pueden ser una guía poderosa en este proceso de sanación.
El Tantra nos enseña que la energía sexual es mucho más que el acto físico. Es la expresión más pura de nuestra vitalidad, de nuestra fuerza creativa. Cuando esta energía ha sido reprimida, dañada o manipulada, el proceso de reconexión requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, consciencia. Como decía Audre Lorde, escritora y activista feminista: «El cuerpo nunca miente. Está siempre en busca de placer, sanación y verdad.» Este es el principio fundamental que subyace en la sanación a través de la sexualidad consciente. El cuerpo busca su propio bienestar, su propio equilibrio y, si le permitimos el espacio para sanar, lo hará.
Una de las primeras áreas afectadas por la violencia de género es la respiración. Las mujeres que han sufrido violencia tienden a respirar de manera superficial, como si estuvieran reteniendo el aire, conteniendo el dolor o preparándose para el siguiente golpe, incluso años después de haber dejado atrás la situación de abuso. Recuperar una relación consciente con la respiración es el primer paso hacia la sanación, puedes ver más acerca de la respiración en mi artículo anterior.
Ahora, te propongo un ejercicio sencillo pero transformador. Encuentra un lugar tranquilo donde puedas sentarte o acostarte cómodamente. Coloca una mano derecha sobre tu corazón y la mano izquierda sobre tu bajo vientre. Cierra los ojos y empieza a respirar profundamente, permitiendo que el aire llegue hasta tu abdomen. Siente cómo tu vientre se expande y luego se contrae lentamente al exhalar. Haz esto durante varios minutos, conectando con la sensación de calidez y seguridad en tu cuerpo. A medida que continúas respirando, imagina que cada inhalación lleva una energía dorada y sanadora hacia tu útero, hacia tu pelvis, hacia los lugares donde quizás has almacenado tensión o miedo. Con cada exhalación, permite que cualquier emoción o sensación negativa comience a liberarse. No te apresures. Este proceso es tuyo y debe ser respetuoso con tu propio ritmo.
La respiración consciente es solo el principio. A medida que empiezas a reconectar con tu cuerpo, a sentirlo nuevamente como un espacio seguro, puedes comenzar a explorar el placer desde un lugar nuevo. Y cuando hablo de placer, no me refiero únicamente al placer sexual en el sentido tradicional, sino al placer de estar viva, de sentir el sol sobre tu piel, de saborear tu comida favorita, de caminar descalza sobre la tierra. El placer es un derecho innato, no una indulgencia. Es una forma de reconectar con tu energía vital, esa misma energía que, en el Tantra, se asocia con la sexualidad sagrada.
El trauma puede desconectar a una mujer. Créeme que lo sé, lo he vivido; incluso puede hacer que vivas disociada de tu cuerpo, puede hacer que vivas desconectada de tu capacidad para disfrutar de la vida. Puede hacer que el placer se sienta inalcanzable o incluso amenazante. Pero paso a paso, lentamente y con prácticas conscientes, es posible volver a abrirse a esa energía. Aquí es donde la sexualidad consciente entra en juego de manera profunda. Por favor, léelo bien, esto es verdaderamente importante: No se trata de «hacer» el amor con otro, sino de ser el amor contigo misma. No se trata de complacer a una pareja o de cumplir expectativas externas, sino de honrar lo que sientes, lo que tu cuerpo necesita, lo que tu alma reclama.
He visto en procesos que dirigí, cómo mujeres que han sufrido violencia retomaron el control de sus cuerpos y sus vidas a través del Tantra. La sanación no es rápida ni lineal, pero es posible. A través de prácticas de autoexploración, de respiración y de meditación enfocada en el cuerpo, estas mujeres comienzan a reconocerse nuevamente como dueñas de su placer y de su energía. El Tantra enseña que la sexualidad es sagrada no porque siga una fórmula específica, sino porque es la expresión más pura de nuestra esencia divina. Y esa energía está presente en cada mujer, incluso en aquellas que han sido lastimadas.
Quiero invitarte a hacer una pausa y reflexionar: ¿Cómo es tu relación actual con tu cuerpo y con tu placer? No solo hablo del placer sexual, sino del placer de estar viva, de sentirte presente en cada momento. ¿Permites que el placer entre en tu vida o lo rechazas? ¿Te sientes conectada con tu cuerpo o hay zonas de él que prefieres ignorar? ¿Percibes relajación en la zona de tu vientre y tu pelvis? Estas preguntas pueden revelarte mucho sobre tu propio proceso de sanación, sin importar si has sido víctima de violencia o no.
Es importante recordar que el camino hacia la sanación no es algo que pueda imponerse desde fuera. Cada mujer debe encontrar su propio ritmo, su propia manera de reconectar con su cuerpo y su energía sexual. Para algunas, puede ser a través del yoga o la danza; para otras, a través de la meditación o la autoexploración consciente. Pero todas las mujeres tienen dentro de sí la capacidad de sanar, de reconquistar su cuerpo y de transformar el dolor en poder, el dolor en amor.
Como decía Simone de Beauvoir: «No se nace mujer: se llega a serlo.» Esta frase, que en su contexto original se refería al proceso cultural y social de ser mujer, también puede aplicarse a la relación que tenemos con nuestro cuerpo y nuestra sexualidad. Llegar a ser mujer, en este sentido, implica reconectar con nuestro poder interior, con nuestra capacidad de sentir placer y de expresarnos libremente. Y en ese proceso, la sexualidad consciente es una herramienta clave.
Recuperar el poder interior no es una tarea fácil, pero es profundamente transformadora. Cuando una mujer empieza a habitar su cuerpo desde la consciencia, desde el amor y desde la compasión, se produce una sanación que va mucho más allá de lo físico. Esa sanación es emocional, espiritual y, sobre todo, personal. Se trata de un viaje de vuelta a casa, a nosotras mismas. Y en ese camino, el Tantra y la sexualidad consciente nos ofrecen un mapa, una guía para recordar que, a pesar de todo lo que hemos vivido, el poder de sanarnos y de reconectar con nuestra esencia sagrada está siempre dentro de nosotras.
Brindo por cada paso que das hacia tu sanación, por cada respiro consciente y cada momento en el que eliges volver a ti misma. Te deseo que encuentres en ti la fuerza y el amor para reconectar con tu esencia más íntima, recordando siempre que mereces vivir desde el placer, la libertad y la consciencia.
¡Qué tu camino sea uno de profunda sanación y empoderamiento!
@laviadeltantra.abhaya