Una ópera prima muy elegante

Este verdad viernes llega a nuestros cines la ópera prima de Aitor Echevarría, un director de fotografía en películas como “María (y los demás)” o “La voluntaria”. Ahora el barcelonés debuta como director en este drama familiar, elegante, calmado y distante, cuya acción transcurre mayormente dentro de una imponente casa de cristal, y cuyo título es Desmontando un elefante.

Tener un elefante en la habitación es una expresión metafórica referida a una evidente que es ignorada o que pasa inadvertida. También se aplica a un problema o riesgo obvio que nadie quiere discutir.

La película trata el problema del alcoholismo en una mujer, ya madura y de alto nivel social y como afecta eso a su relación familiar y laboral.

Emma Suárez, que encarga a una arquitecta de éxito llamada Marga, es madre de dos hijas, una de ellas es Blanca (Natalia de Molina) que sueña con ser bailarina profesional, pero que la atención que vuelca sobre su madre afecta a sus relaciones y a sus sueños de entrar en una compañía profesional de danza contemporánea. Ambas se necesitan y se repelen a partes iguales.

La película compitió en el pasado festival de cine de Sevilla, por el Giraldillo de Oro en su 21ª edición y que logró el premio AC/E a mejor dirección de película española.

Desmontando un elefante aborda la problemática de la incomunicación dentro del domicilio, cuando un conflicto que todos conocen se convierte inexplicablemente en un tabú innombrable.

La película expone varias cuestiones, como ¿Por qué las dinámicas familiares giran a veces en torno a un misterio a voces? ¿Por qué el hogar, que debería ser motor de confianza y afecto, se pervierte de tal manera hacia las dependencias y ocultaciones que lastran el fluir armónico de las relaciones de sus miembros? ¿Hasta cuándo se puede mantener una situación absurda dentro del hogar, pero a su vez normalizada?

Apoyada en la magnífica interpretación de sus dos actrices protagonistas, Aitor Echevarría las rodea de otros grandes intérpretes como son Darío Grandinetti, en el papel de marido y padre. Alba Guilera en el papel de María, la hermana que (huyó) vive fuera de la ciudad donde cohabitan sus padres y hermana. O Carlos Lasarte en el papel del abuelo paterno.

Para los amantes de la danza, el film cuante con unas escenas de ensayo de danza contemporáneo realmente muy bien filmadas, que sirven de hilo conductor y enganche entre escenas de esta elegante historia que trata un tema muy delicado, que el director alarga de su cortometraje del 2010 “Morir cada día”, cuyos personajes son los mismos que se ven en esta película, Félix el padre, Blanca y María las hijas y Marga la madre que llega a casa tarde y mascando chicle para que no se le note en el aliento el olor del alcohol.

Facebook
Twitter
LinkedIn

Deja un comentario